Saturday, June 30, 2018

CONFESIONES DE UNA AMA DE CASA EN CIUDAD JUÁREZ, MÉXICO

Muchas veces el trabajo de misionero en Ciudad Juárez, México nos trae situaciones tristes y difíciles. Hace tiempo una de las mujeres que asiste a una de las clases de discipulado donde somos maestros, nos entregó unos papeles donde ella escribió su testimonio. Ella apenas tiene cuatro meses de haber aceptado a Jesucristo como su Señor y Salvador. Pero en esos cuatro meses su vida ha cambiado mucho. Hoy su deseo es seguir cambiando para su nuevo Señor. Aunque su vida ha sido muy triste, ella ahora se goza de una nueva esperaza en Cristo Jesús. Su sonrisa lo dice todo. Compartimos su testimonio tal como ella lo escribió. Nuestro deseo, y el de ella, es que otros puedan aprender de sus sufrimientos y no repetirlos. Aquí le presentamos su testimonio: 


Mi mamá tenía 13 años cuando se juntó en unión libre con mi papá. Mi papá tenía 24 años. Mi mamá me contó que eran muy pobres en su familia y que la de mi papá también. Ellos vivían en Parral, Chihuahua. Mi mamá se embarazó y decidieron venir a Juárez a trabajar. Y aquí encontraron una vecindad y rentaron un cuarto pequeño. Cuando mi mamá iba a dar a luz no tenían dinero y decidieron hablarle a mi abuela y bisabuela para que le ayudaran en el parto en ese cuarto. Cuando mi mamá se estaba aliviando dice que sentía mucho dolor y cuando sale la cabeza del bebé le dice a mi abuelita que se la cortara y mi bisabuela agarró una barra de árbol y le dijo que pujara sino le iba a pegar porque la cabeza de la bebé ya estaba poniendo morada. Al fin Dios la ayudó y no me paso nada. Mi mama me tuvo un 20 de marzo 1976 y ella iba a cumplir sus 15 años en diciembre. 
Son pocos los recuerdos que tengo de cuando mi mamá estaba con mi papá. Tenía 7 años cuando se separaron. Los pocos recuerdos que tengo empezaron a marcar mi vida. Tendría cuatro o cinco años y me acuerdo que desperté y estaba acostada junto a mi papá. Mi mamá ya se había levantado y estaba en la cocina. Y mi papá tenía una respiración fuerte y tocaba mi cuerpo de una forma inadecuada. El, siempre que no estaba mi mamá lo hacía. Cuando mi mamá decide dejarlo [yo] tenía 7 años. Mi mamá lo dejó porque el no trabajaba. Ella lavaba ropa y limpiaba casas para mantenernos. Mamá se va a vivir a casa de mi abuelita y mi abuelita cuidaba muchos niños, [mis] primos y primas, porque mis tías trabajaban y mi mamá también empezó a trabajar. Mi abuelita tendía muchas cobijas en el piso y todos los niños dormíamos ahí y a los pocos días un primo que es cinco o seis años mayor que yo empieza hacer lo mismo que mi papá. Incluso subía su cuerpo sobre mí. Para mí era algo normal. Mi papá lo había hecho también. Yo fui creciendo con eso. Mi papá nos visitaba y nos llevaba a mi y a mi hermana. Y la mandaba a la tienda y el me manoseaba y así pasaron años. Yo estaba en la escuela, no se si era quinto año o sexto y nos empezaron hablar de los miembros del hombre y la mujer y que nadie podía tocar nuestro cuerpo y fue cuando yo pude darme cuenta de lo que estaba pasando. Tenía yo once años. Y le dije a mi primo ¿Por qué hacía eso? Y me dijo que me callara, que yo me dejaba hacer eso. Y yo le dije que yo pensaba que así tenia que ser. Y le dije que ya no iba a volver a pasar eso. Y me dijo que no le dijera a mi mamá o a mi abuelita porque le iba ir muy mal y a mi me iban a pegar muy feo. Yo me asuste mucho. No sabía si decir o no. Me había tocado ver como mi abuelita agarraba mangueras y le pegaba a todos nosotros. Nunca me pegó pero en ese momento el miedo se apoderó de mí y no pude decir nada.
Mi mamá se juntó de nuevo en unión libre con otra persona y le hizo un cuarto atrás de la casa de mi abuelita. Mi mamá empezó a vender ropa nueva y nos empezó a ir mejor. Y fueron a visitarnos mi tío y tía, hermanos de mi papá. Ya teníamos mucho tiempo sin verlos y me llevaron una cadena con dije porque ya pronto iba a salir de la escuela y nos tomamos muchas fotos. Y me dijo mi mamá que fuera con mi papá a pedirle [dinero para] mis zapatos y le enseñara las fotos que me había tomado con mis tíos y fui. Mi hermana no estaba y no me acompañó ese día. Cuando llegue abrió la puerta mi papá y le enseñé las fotos. Dijo: mira, pásele mija y siéntate ahí en la cama. Cuando entré sentí mucho miedo y comencé a temblar. Y era un verano y mi papa me empezó a ver de una manera muy extraña y se subió arriba de mi y comencé a llorar y a decirle que se quitara y lo empujaba y lo rasguñé de su cara. Al fin tomó conciencia y se quitó de mi. Y me decía que no llorara, que lo perdonara o se iba encajar un cuchillo que traía en la mano y se apuntaba de lado del corazón. Tuve miedo que se matara, deje de llorar y le dije que lo perdonaba y me dejó ir y salí corriendo a mi casa. Mi mamá me decía: que me traía que lloraba como histérica, que era lo que había pasado. Y le dije lo que había pasado y le dije lo que mi papá había intentado hacer. Y me llevó adonde vivía mi papa y le habló  las autoridades y lo detuvieron por intento de violación. Mi mamá tenía que ir a declarar y llevarme pero mi abuelita por parte de mi papa se puso muy mala. Y mi mamá ya no quiso declarar y mi papá salió en dos semanas. Duramos tiempo para verlo. Yo no quería perdonarlo. No mas lo miraban mis tres hermanos. Yo lo empecé a ver cuando tenía mis 15 años. El ya no volvió hacerme nada. Gracias a Dios.
Mi mamá tuvo otros dos niños con su segunda pareja y el señor nos tocaba las piernas a mi y a mí hermana. Le decíamos a mi mama y decía que no era nada malo que el jugaba con nosotros. Eso sucedió en varias ocasiones. Y mi mamá no creía. 
Alteramos mi acta (de nacimiento) y me sacó una carta de identidad y me puse a trabajar en una empresa maquiladora y duré un año trabajando. Empezó a pretenderme un muchacho que vivía cercas de mi casa. Yo no podía platicar bien con ningún hombre. Y siempre caminaba con mi cara agachada. Sentía que todo hombre que me hablaba quería hacerme daño. El muchacho me esperaba cuando salía de trabajar y muy apenas sacaba palabras de mi boca. Al poco tiempo me envolvieron sus palabras y fue a pedirle permiso a mi mamá para que saliera con el. Duramos poco tiempo de novios y me fui a vivir con el. Me llevó a vivir a casa de su mamá. Su familia me quiso mucho. Pero Javier, que era mi esposo era una persona muy violenta y entre mas me trataba mal más quería estar con el. Estaba muy enamorada. Y aunque no me pegaba físicamente sus palabras me herían. El tenía otra novia y la embarazó. El decía que no era hijo de el, que era una mentira que no creyera. Y cuando ella tuvo su bebé yo vivía en la casa de su mamá. Y me dijeron que el miraba a la niña (se miraba como la niña) y le pregunté. Me dijo que todavía no estaba conmigo cuando ella se embarazó. Yo me fui a vivir con mi mamá y también iba embarazada. El no se paró en mi casa en casi todo el embarazo. Fue cuando faltaba poco para aliviarme. Y me dijo que me fuera con el y le dije que no podía. El me contestó que entonces la bebé no era de el. Entonces le dije: vete, si mi bebé no es tuya que estas haciendo aquí? Y dijo: si no es mía que se muera. Y yo de coraje le conteste: pues sí. Y me fui llorando para dentro de mi casa. 
Cuando se llegó el tiempo de mi parto mi mama me llevo a una clínica. Era un viernes y me pasé viernes y sábado. Y mi mamá les dijo que ya era mucho tiempo, que me practicaran una cesárea porque la bebé no bajaba. Y decían que me esperara un poquito, que caminara y el domingo hicieron cambio de doctores. Y mi mamá empezó a presionarlos. Y al fin me metieron hacerme una revisión y cuando el doctor puso un aparato en mi barriga el corazón de la bebé se escuchaba muy dilatado y me dijo que me pusiera una bata y empezó a marcar por teléfono al anestesiólogo. Y se tardó mucho. Cuando me realizaron la cesárea la bebé se había asfixiado. Yo dure tres días en la clínica y no me enseñaron a la bebé por ordenes de mi mamá porque no quería que sufriera más. Solo se que a la bebé la llevó Javier su papá a una iglesia católica y que le habían puesto agua bendecida. Y la llevo a sepultar. Cuando salí de la clínica fue mi mamá por mí y me llevó a su casa. Javier no fue a verme. Lo miré hasta los dos meses que salí de mi casa para ir a trabajar. Trabajé cuatro meses y me fui a vivir con el de nuevo. La muchacha que tenía la hija de el se había ido con sus papás y ya no vivía ahí. Yo pensé que iba a mejorar la relación entre el y yo y me embaracé de mi segunda niña. Y el empezó a portarse mal. Se salía de la casa todo el día, no trabajaba y lo peor es que traía dinero. Yo no sabía en que lo ganaba. No teníamos mucha comunicación por el carácter que tenía. Y yo no me atrevía a preguntarle. El usaba también armas.      
Cuando me fui aliviar de mi segunda niña se me subió mucho la presión. Traía muy alto el ritmo cardiaco y me practicaron la cesárea. Le dijeron a mi mama que estaba grave, que si salvaban a mi ó a la bebé. Mi mamá les dijo que a las dos y gracias a Dios todo salió bien. Fue Javier por mí y me llevó a la casa donde vivíamos con su mamá.  Y pasaron ocho meses y llegó una persona a decirnos que la policía se había llevado a Javier. El decía que se habían equivocado pero las pruebas demostraban a lo contrario. Le dieron seis años de prisión. Y yo me puse a trabajar y lo visitaba los domingos. Le llevaba su comida y llevaba también a mi niña. Duré tres años llevando despensa y comida. Yo me cuidaba con pastillas para no encargar. Me empecé a marear y en la enfermería de la empresa me cambiaron las pastillas y a los seis meses me volví a marear y me dijo la enfermera que me iba a ser una prueba de embarazo. Y le dije que no podía estar embarazada. Que yo estaba tomando pastillas anticonceptivas. Dijo: bueno, tu ve a tu área y yo te llevo el resultado. Le dije a mi compañera que no podía estar embarazada. Que era muy riesgoso, que había estado a punto de perder la vida en mi anterior embarazo. De pronto llega la enfermera y me dice felicidades, vas a ser mamá.  Me cayó como balde de agua helada por las condiciones en las que me encontraba. Yo seguí trabajando hasta que me incapacitaron. Llegó en momento de aliviarme de mi tercera niña y me habían programado para cesárea por lo grave de mi anterior parto. Y también le dije que me operaran para no tener mas bebés y así fue. Todo salío bien y no tuve ningún problema. Fue mi suegra por mí. Nos fuimos a la casa. Cuando me repuse fui a llevar la niña con Javier para que la viera. Me dijo que no la sacara tanto y que renunciara a mi trabajo para que las cuidara. Y renuncié a los 15 días. Me dieron mi finiquito y le compré despensa a Javier. Le llevaba comida. Cuando llegué al cerezo (la prisión) le mandé hablar y me dijeron que ahí andaba. Era extraño, solo yo y su mamá lo visitábamos. P ero bueno, empecé a buscarlo y de pronto sale del fondo del pasillo y muy nervioso. Y nos sentamos a lado de la ventana y se miraba por el pasillo donde salían las personas. Y de pronto miro la mamá de la niña que iba saliendo sola. Y le dije a Javier que a que había ido y me dijo que a llevarle la niña pero ella iba sola. Yo le dije que eso era lo último que me hacía. Y me fui a vivir con mi mamá. Ella me cuidó las niñas: Viridiana de 4 años y Jocelin de 3 meses, y empecé a trabajar. Fue un poco duro al principio porque mi niña no estaba impuesta con mi familia. Se quedaba llorando.
Pasaron dos años y nos avisaron que mi papá había muerto de un derrame cerebral. Eso fue muy doloroso. Mi abuelita decía que yo no lo quería porque lo visitábamos muy poco. 
Ahora recuerdo que a mi papá le daban estudio unos hermanos cristianos y me dijo que iba a una iglesia. Y creo que Dios lo perdonó y esta con Él ahora. 
Pasaron otros dos años y yo trabajaba en una empresa de costura. Mi sueldo era bueno y estábamos muy bien. De pronto mi padrastro me ofrece dinero para que le comprara cosas a las niñas. Yo le dije que no necesitaba. Él me miro de una forma muy extraña y le dije a mi mamá. Y me dijo que él solo quería ayudarme y así quedó. Pero él seguía viéndome muy raro. Un fin de semana me dijo que me quería invitar a salir y le dije que si iba a ir mi mamá. Me dijo que no, y en eso llegó mi mama. Él se salió y le dije a mi mamá lo que había dicho. Y me dijo mi mamá que le siguiera la corriente a ver que mas me decía. Y así lo hice y me dijo que me quería llevar a la cabaña. Yo no conocía y le dije (pregunté) ¿qué es eso? es un hotel. Y me dijo el hotel está al lado, y en la mañana te digo que hora. Y le dije: está bien. Y se fue. Y le conté todo a mi mamá. Cuando él llegó mi mamá lo corrió y él se fue. Pasaron dos semanas en que mi mamá casi no comía, no hablaba, alzaba la casa, y dormía la mayor parte del día. Me dijo mi hermano que lloraba mucho por su papá y cuando iba a regresar. Ella me dijo que ya estaba grande (vieja) para trabajar, que como le iba hacer con los niños. Yo le dije que lo perdonara, que por mi no se preocupara. Y él regresó a la casa. Mi mamá me dijo que le iba a decir que me pidiera perdón pero él nunca dijo nada. Mas bien ya me miraba con mucho odio. Y le pregunté a mi mamá que le había dicho él de eso. Y él le dijo que yo lo provocaba y yo le dije, qué ella pensaba de eso. Y me contesto: yo ya no sé ni que pensar. Yo sentí que mi mundo se me acababa en ese momento. Mi mamá estaba dudando de mi. Me dio mucho sentimiento y cuando estaba junto a ella me aguantaba de llorar. Yo quería irme con mis niñas de la casa pero no conocía a nadie que me pudiera ayudar. Yo tenía que trabajar y no tenía confianza de dejar mis niñas con nadie que no fuera mi mamá. Me aguanté pero era muy incómodo cuando nos sentábamos a comer a la mesa. Mi mamá calentaba tortillas y volteo muy de repente a la mesa. Y me miró y miró a su esposo. No podía creer que mi mamá estaba dudando de mi y me estaba cuidando. Ya no quise comer con ellos. Esperaba a que terminaran y ya comía yo. Mi mamá me empezó a decir que mi vestuario estaba mal, que no se me miraba bien. No podía ponerme falda arriba de la rodilla, menos shorts, ni pantalón muy ajustado porque decía que me miraba mal. A la semana me dijo que tenía que renunciar, que ella ya no podía cuidarme las niñas. Y le dije: que iba hacer. Que tenia que trabajar porque tenía las niñas en la escuela y en el kinder. Y me dijo que a ver como le hacía. Yo tenía un mes de noviazgo con Jesús, la persona que ahora es mi esposo. Y el me dijo que me fuera a vivir con él. Y le comenté a mi mamá. Todavía no terminaba de decirle y ya me estaba diciendo que sí me fuera. Y junté toda la ropa mía y de mis niñas y me fui. 
Jesús también me llevó a la casa de su mamá. Ellos vivían muy pobres. No tenía papá. Había fallecido y él mantenía a su mamá. Jesús ganaba muy poco. A veces comíamos solo una comida al día. Mi mamá vivía muy bien y aunque lo miraba, nunca nos ayudó. Mejor tiraba la carne que se le hacía mala en el refrigerador. Ella no se compadecía de nosotros en ese momento. 
Gracias a Dios nos fuimos reponiendo. A mi esposo le iba mejor. Hemos tenidos altas y bajas, pero nada que Dios no nos dé la gracia para resolverlo. Dios es bueno y estoy muy agradecida con Él. Poco a poco ha estado sanando mi corazón.  
Yo le dije (pregunté) a Dios que porque no podía escuchar Su voz; que me diera una repuesta. Y esa misma noche me dio un sueño donde mis niñas estaban chiquitas y vivíamos  con mi mama  y me corría de la casa, y le decía que no tenía a donde irme y que las niñas estaban muy chiquitas. En ese momento empecé a recordar todo en el mismo sueño y comencé a llorar y desperté con mucho sentimiento. 

Quiero decirles que yo perdoné a mi mamá; la quiero mucho. Pero a mi corazón todavía le falta un poquito para sanar completamente.



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Daniel Torres
Misionero en Ciudad Juárez, México